Y no se me ocurrió un modo mejor
de decirte adiós...
Nunca se me ha dado bien
aceptar ciertos finales.
Los años me van cansando,
me queman las soledades
de estos Domingos marchitos
que no pasas a mi lado
o las noches en que sueño
con fundirme en tus abrazos.
Nunca se me ha dado bien
vivir lento y con paciencia,
desnudarte muy despacio
empapándome en tu esencia,
flotar juntos en la cama
sin pensar en el mañana,
hacer que un solo segundo
valga una vida entera.
Nunca se me ha dado bien
contestar a mis sospechas.
¿Será el mundo el que me mata?
¿Será tan solo la pena
de saberme más perdido
en esta realidad etérea?
¿O quizás sean mis ojos
los que nublan primaveras...?
Nunca se me ha dado bien
acordarme de promesas
que solía hacerme antaño
tan cargado de certeza.
Me levanto y dejo todo
para que otros luego vengan
a llevarse los retazos
de ilusiones pasajeras.
Y sé que aun me quedan infinidad
de viejos acertijos por resolver
quizás en ti encontrara
respuesta a algunas cosas
que nunca se me han dado bien.
Rienda suelta a imaginar
que seguirán segundas partes
y lo que tenga que acabar
resurgirá en otros lugares
dando forma a una verdad
o exigiéndonos los besos
que perdimos como instantes
consumidos por el tiempo.
No quisiera terminar
este extraño e intenso viaje
sin al menos explicarte
que he naufragado en mis miedos
y si bien debí nadar
fuerte hasta las orillas
creo que me dejaré llevar,
sin más,
hasta alguna isla perdida.
Estás hecho un poeta, J.!
ResponderEliminar